Torre Baró, Mi Barrio

Hace cincuenta años yo vivía en Torre Baró, un barrio del extrarradio de Barcelona. Casi todos sus pobladores eran andaluces y extremeños emigrados durante la posguerra, también vivían unos pocos vecinos autóctonos de la región, algunos de ellos vivían allí desde antes de la guerra en sus pequeñas casas de campo a modo de pequeñas masías, pero con el paso del tiempo y de la presión migratoria de la posguerra terminaron siendo minoría.
El barrio de Torre Baró estaba encaramado en una montaña que es el apéndice de la Sierra de Collserola por su vertiente este, el barrio se extiende desde el tramo final del Río Besos hasta casi la cima de uno de sus picos al que llamábamos “el pico del águila”.
En la parte más baja de la montaña estaba situado el centro neurálgico del barrio, la estación del tren, la parada del autobús, la carretera, la autopista, y el colegio de primaria del barrio, el colegio Font dels Eucaliptus, aparte había  algunas tiendas, bares, el local del sindicato y el local de la asociación de vecinos donde tantas batallas para exigir mejoras para el barrio se habían planeado.
El barrio en si mismo era la suma de unos cientos de casas la mayoría ilegales desperdigadas por las laderas de la montaña solo unidas a la civilización por un entramado de calles improvisadamente construidas por los propios vecinos, por las noches para que no se las derribara el ayuntamiento.
El alcantarillado no llegaba a todas partes ni la luz ni el agua ni el teléfono tampoco. Tengo recuerdos del camión aljibe del ayuntamiento de Barcelona a abastecernos de agua a todos los vecinos un día a la semana. Para que se hagan una idea de lo precario del barrio hasta principios de los ochenta no llegó al barrio la primera línea de autobús que tan largamente reivindicada durante los años sesenta y setenta.
La barriada era un universo a parte de todos los barrios obreros que tenía a su alrededor: Roquetes, El Verdún y El polígono Canyelles que limitaban al sur, el barrio de la Ciudad Meridiana que limitaba al norte y el barrio de Vallbona limítrofe al este, en estos barrios a los vecinos del Torre Baró nos llamaban “los de la montaña” o cosas peores, ya que entre la clase trabajadora como no podía ser de otra manera también existen grados de pobreza. Las gentes de aquellos barrios cuando se cruzaban con nosotros nos miraban con una mezcla de respeto y miedo fruto de leyenda de delincuencia sin fin que tenía nuestro barrio.
Recuerdo que por navidad los niños del barrio los niños bajábamos a cantar villancicos a los barrios circundantes para que nos dieran “El Aguinaldo”, en este caso la fama de marginados de la montaña jugaba a nuestro favor y lo cierto es que se sacábamos bastante dinero, los vecinos eran bastante generosos para ser de otro barrio también obrero, esto claro, lo entendí mas tarde, unos años después, lo cierto es que para nosotros los niños de la montaña nos parecían gente rica.
A principios de los ochenta, el progreso, la moda era vivir en pisos y todo el que no vivía en pisos era visto poco menos como un desheredado, a veces hasta por la propia familia, esto contribuyó a que se produjera una segunda migración pero esta vez desde los barrios de barracas y casas precarias como la nuestra a los nuevos barrios dormitorio recién construidos por el régimen y casi todos los barrios que limitaban con Torre Baró eran de este tipo y estaban repletos de pisos e ir a ellos, para un niño de mi edad era poco menos que bajar al centro de Barcelona.
Mis padres como casi todos sus demás vecino, tenían que desplazarse a estos barrios de alrededor para realizar las gestiones que no se podían realizar en el propio Torre Baro que eran casi todas.
Las compras mis padres las hacían en el vecino barrio del Verdún en sus innumerables tiendas y en su mercado municipal de abastos. Desde mi más tierna infancia los recuerdo volver a casa los sábados cargados con la compra de toda la semana, siempre les recordare cargados como burros con innumerables bolsas de comida en las manos.
Otro barrio que visitaban era el de la ciudad Meridiana pero este para realizar gestiones en la asesoría o para realizar operaciones bancarias en la caja de pensiones y por ello una vez al mes bajamos con mi abuelo para que cobrara la pensión.
Una larga reivindicación del barrio era el metro, al otro lado de la calle del colegio Font Dels Eucaliptus sito los vecinos habían construido una boca de metro de obra para que en forma de monumento reivindicativo recordara a todo el que se acercara al barrio que el metro era una necesidad que aún estaba por cubrir. Dos décadas después esta necesidad fue cubierta, pero a un alto precio, para construir la estación de Torre Baro-Vallbona tuvieron que demoler el colegio de mis amores a parte de romper media montaña. Estos terrenos ganados los dedicaron a construir viviendas VPO de demasiadas plantas y demasiado feas para el gusto del que escribe.
Se construyeron tantas que desde la autopista que pasa por delante del barrio ya no se ve la parte baja de este. Es como si quisieran esconder a la vista de los que circulan por la autopista un barrio que el ayuntamiento no ha sabido gestionar a lo largo de más de cincuenta años y por desidia de unos y dejadez de otros, se ha ido llenando de droga, delincuencia y ruina.
La solución del ayuntamiento a lo largo del tiempo fue en vez de mejorar los equipamientos y la calidad de vida de los habitantes de este barrio prefirieron dejarlo morir y así forzar a que una parte de la población de este, gente trabajadora y de bien a que se marchara al ver la degradación  en la que se sumía el barrio y reduciendo así la masa crítica a la que se tendrían que enfrentar en caso de una reivindicación de cualquier tipo. La mayoría de estas gentes que durante los sesenta y setenta reivindicaron y lucharon para conseguir mejoras para el barrio poco a poco fueron substituidas por otras de origen extranjero más centradas en otras cosas, pero no delincuentes en su mayoría, estas gentes se sumaron a las otras de baja estofa autóctona que no marcharon y fueron poco a poco adueñándose del barrio, eran gentes que no se iban a preocupar de nada de los que les rodea y les iva a dar igual como estuvieran las calles o el alumbrado público por poner un ejemplo, eran ciudadanos que no iban a reclamar nada al ayuntamiento para mejorar su barrio salvo las ayudas sociales que pudieran percibir ellos para seguir nadando en ese mar de vagancia, droga, des-inhibición y auto complacencia.
Pero eso no quiere decir que de allí  no saliera “gente de provecho” como dice mi madre. Del Torre Baró la mayoría de esas personas que se fueron a otros barrios o ciudades a a día de hoy se ganan la vida como personas de bien.

Raúl Soria





Comentarios

  1. Yo viví hace 57 años en Torre Baró. Mi tio era el propietario del Bar/merendero El Eucaliptos y en él vivía con mis padres. Fui a un colegio que había después de pasar la vía del tren (creo que eran de religiosos). Tengo pequeños recuerdos pero muy entrañables.

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  2. Yo viví hace 57 años en Torre Baró. Mi tio era el propietario del Bar/merendero El Eucaliptos y en él vivía con mis padres. Fui a un colegio que había después de pasar la vía del tren (creo que eran de religiosos). Tengo pequeños recuerdos pero muy entrañables.

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  3. Entiendo que iba usted al colegio de Vallbona, lo que no sé es si es el colegio de Vallbona que conocí yo es a mediados de los setenta después de hacer la autopista y separar los dos barrios. Por si fuese de su interés tengo un blog donde voy escribiendo mis recuerdos del barrio. Un saludo vecino.
    https://torrebaromemorias.blogspot.com/

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