El Incendio

Era el medio día de un canicular día de verano de finales de los años setenta en mi estimado barrio, Torre Baró cuando se declaró un incendio en la vecina y profunda vaguada que había a unas pocas decenas metros de nuestra casa, en un primer momento sólo nos llegó algo de humo que fué lo que nos alertó a todos los vecinos de la parte alta del barrio, ya alertados cuando salimos de casa y miramos hacia el origen del humo que estaba en el fondo de la vaguada las llamas no alcanzaban los tres o cuatro metros de altura, el foco del incendio, es una baguada que cuando hay tormenta desagua en un colector que atraviesa todo el barrio de la Ciudad Meridiana y  siguiendo su antiguo curso natural para desembocar en el río Besós. Dicha vaguada también era cruzada de lado a lado más abajo por uno de los acueductos romanos que abastecía de agua a la antigua ciudad romana de Barcino, la actual Barcelona, y cosas de la vida, bajo los arcos de esta increíble obra de ingeniería romana está la piscina municipal del barrio de La Ciudad Meridiana a la que yo iba todos los veranos con mis vecinos, vecinos que aquel día ante la tardanza de los bomberos municipales decidieron empalmar algunas mangueras domesticas para comenzar a remojar la flora más próxima a las casas creando así un improvisado cortafuegos, ya pasado un buen rato comenzaron a llegar algunos camiones de bomberos que rápidamente se pusieron a empalmar y tirar sus mangueras hasta las proximidades del incendio para cuando esto ocurría las llamas ya alcanzaban más de treinta metros de altura, lo cierto es que impresionaba verlo y el que les escribe estaba muy impresionado por tal espectáculo pero tal cosa no me impidió ayudar junto con el resto de mis vecinos a los bomberos a alargar las mangueras a los puntos de ataque, ayudándoles éramos decenas de vecinos, vecinos de todas las edades, desde niños como yo hasta cuasi ancianos, una cosa que complicó bastante la extinción fué qué en aquella época nuestro barrio todavía no estaba dotado de bocas anti incendios por lo que después de las primeras descargas los bomberos se quedaron sin agua y tuvieron que marchar para recargar y debido a esto una anécdota de aquel día fué que mi abuelo permitió a un camión de bomberos que repostara agua en la cisterna de casa, cisterna que tenia varios metros cúbicos de capacidad, depósito que estaba nutrido de forma constante por un manantial que afloraba bajo nuestra casa.
Pasada ya una hora desde la llegada de los servicios de extinción el fuego todavía no estaba controlado pero gracias a la determinante colaboración de un hidroavión Canadaer
 del ICONA que dió algunas descargas el fuego quedó prácticamente extinguido quedando solo un retén de bomberos por si se reactivaba algún foco. 
Ya pasados unos días del incendio lo que se comentaba por el todo el barrio era el motivo del incendio y como casi siempre en estos casos la versión del pirómano fué la qué cobró más fuerza aunque también la de la causa fortuita de una botella de cristal que prendió la maleza también tenía sus adeptos ya que por aquellos años aquel bosque estaba muy sucio y desatendido aparte de inundado de domingueros durante los fines de semana y demás fiestas de guardar, servidor los ha llegado a ver hasta bien entrados los años ochenta hasta cambiando el aceite del coche en plena naturaleza a unas pocas decenas de metros de lo que fue el foco del incendio, es evidente que en aquella época había muchas cosas a nivel medioambiental que se podían haber hecho mucho mejor y por suerte unos años después los responsables del parque cerraron el libre acceso al bosque evitándose así los picnics y barbacoas de entre otras conductas incívicas, también durante la época estival se instauraron patrullas policiales en motos de trial, todas estas medidas que contribuyeron a reducir en gran medida la nefasta huella humana sobre el bosque que rodea nuestro nuestro barrio, por suerte ya había empezado una nueva etapa para la Sierra de Collserola en su conjunto. 

Raúl Soria, Castellví n°3

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